3 de julio de 2019

Broca (I)

-  ¿Dónde os habéis metido tú y Martín? ¿No veníais juntos? Tío, tenéis que daros prisa, ya han anunciado al ganador y creo que es tu hermano. Aquí está todo el mundo expectante porque no ha subido nadie a recoger el premio, y no veas lo mosca que está el segundo, que además es quien ganó en la edición del año pasado, se ve. Porque Martín se presentó bajo el pseudónimo de Martin Summer, ¿no? Menuda originalidad, el amigo. … Laura, ¿estás ahí? … ¿Lau?

Efectivamente, Laura estaba al otro lado de la línea telefónica, pero llevaba un buen rato en estado de shock y la buena nueva que le acababa de comunicar su amigo Alfredo no hizo más que acentuar su desorientación y su incertidumbre. Alfredo no se dio por vencido y siguió diciendo el nombre de su amiga durante algunos segundos, alzando cada vez más la voz por si su móvil había descolgado sin querer. Cuando se dio cuenta de que todo el mundo a su alrededor lo estaba mirando por los berridos que pegaba, se quedó en silencio un instante y atinó a escuchar unas voces de fondo que poco a poco fueron sonando más nítidas y el sonido inconfundible de unas ruedas chirriantes que ya habían dado mucho uso. Lo siguiente que llegó a sus oídos le solucionó las dudas.

Laura vio que traían a su hermano a la habitación y solo entonces su cuerpo reaccionó haciendo que levantara la cabeza. Justo detrás entró un médico. Este, al ver que obviamente la chica se había percatado de su llegada, se apresuró a comunicar el estado de su familiar con una voz cercana a la par que firme. Martín estaba fuera de peligro, de eso no había duda, aunque debería quedarse unos días allí en observación. No obstante, como consecuencia de la contusión que había sufrido, habían detectado una alteración en la parte izquierda del cerebro, cerca de la zona encargada de producir el lenguaje. A pesar de que el médico comenzó a explicar las repercusiones de esa lesión cerebral, Laura, que creía haber escuchado todo lo necesario, no atendió a sus palabras. Solo se quedó con la primera parte, que era clara como el agua y significaba que su hermano iba a ponerse bien. Eso era lo único que importaba.

No sabía qué hacía su teléfono móvil en la mano, pero cuando se fijó, distinguió la voz de Alfredo volviendo a decir su nombre. Se acercó el teléfono a la oreja y oyó a su amigo exclamando desesperado que qué les había pasado y cómo era posible que estuvieran en el hospital. Antes de que Laura pudiera responder, Alfredo ya estaba preguntando por la habitación en la que estaban para acudir inmediatamente a ver a los hermanos Anvero. Fue justo después de contestarle cuando cayó en la cuenta de lo que había pasado en los últimos minutos y lo que eso significaba. Por un lado, su hermano había quedado primero en el concurso literario al que se había presentado semanas atrás, y por otro lado, tal y como había dicho el médico, el golpe en la cabeza le impediría comunicarse correctamente. Martín había ganado el primer premio, pero jamás podría volver a escribir.

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